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La patineta pega en la banca y yo caigo de forma chusca, Tú, a pesar de tener la atención en un libro no pudiste disimular la risa, fingí no haber visto y me levanto para sacudir el pantalón, camino hacia la patineta que quedó cerca de ti, me subo, y sin avanzar se me ocurre hacer en tono de burla una risa entrecortada [ja, ja, ja] hasta ese momento me volteaste a ver cuando yo también te veía, fue sólo un instante, un instante suficiente para cambiar un curso, el mío. Volviste a la lectura y yo a tratar de hacer algo en la patineta que llamara tu atención, pero no sucedió hasta que otra caída, la cual no fue como la anterior, ésta, aunque no tan dolorosa si fue dramática, pero no tanto para que fueras a mi auxilio , pero noté tu mirada, y eso hizo que me levantara con cierta dignidad, que acomodara la gorra, agarrara la tabla y caminara hasta llegar a la banca para sentarme junto a ti, que parecías no inmutarte hasta que rompí el silencio [¡acabas de ver que casi muero y te veo tan tranquila!, pero sólo quiero que sepas que lo hacía para impresionarte] volteaste con una sonrisa que hasta hoy recuerdo para decir [gracias] [¿y lo logré?] fue lo que se me ocurrió preguntar [sólo hasta ahora que me estás culpando de tu accidente].
Así se dio nuestra primera sonrisa cómplice. Y para que esto volviera a suceder tuvieron que pasar cosas, muchas, entre otras, que la realidad nos uniera.
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La patineta pega en la banca y yo caigo de forma chusca, Tú, a pesar de tener la atención en un libro no pudiste disimular la risa, fingí no haber visto y me levanto para sacudir el pantalón, camino hacia la patineta que quedó cerca de ti, me subo, y sin avanzar se me ocurre hacer en tono de burla una risa entrecortada [ja, ja, ja] hasta ese momento me volteaste a ver cuando yo también te veía, fue sólo un instante, un instante suficiente para cambiar un curso, el mío. Volviste a la lectura y yo a tratar de hacer algo en la patineta que llamara tu atención, pero no sucedió hasta que otra caída, la cual no fue como la anterior, ésta, aunque no tan dolorosa si fue dramática, pero no tanto para que fueras a mi auxilio , pero noté tu mirada, y eso hizo que me levantara con cierta dignidad, que acomodara la gorra, agarrara la tabla y caminara hasta llegar a la banca para sentarme junto a ti, que parecías no inmutarte hasta que rompí el silencio [¡acabas de ver que casi muero y te veo tan tranquila!, pero sólo quiero que sepas que lo hacía para impresionarte] volteaste con una sonrisa que hasta hoy recuerdo para decir [gracias] [¿y lo logré?] fue lo que se me ocurrió preguntar [sólo hasta ahora que me estás culpando de tu accidente].
Así se dio nuestra primera sonrisa cómplice. Y para que esto volviera a suceder tuvieron que pasar cosas, muchas, entre otras, que la realidad nos uniera.
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1 comentario:
SÍ, LO LOGRASTE.
Me parece increíble que te acordaras..."es la historia de cuando nos conocimos".
Y no sé cómo lo sigues logrando pero creo que se debe a lo que una vez me dijiste: TU DESOBEDIENCIA.
Me robaste el corazón y ahora que lo tienes ya no lo quiero de vuelta. Quiero que sigas siendo desobediente porque eso me enamora de ti.
IL MIO PRINCIPE... TI AMO
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