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-¿Podrías partir la lechuga?
-Claro que si tía
Se escuchó la voz de mi abuelita proveniente de la cocina que decía
-Ahorita yo lo hago
-No mamá, él (refiriéndose a mí), ya me había preguntado en qué podía ayudar
-Sí abue, también déjeme hacer algo
-Sí mamá, acuérdate que todos hay que sentirnos útiles
-Y sirve que tampoco se me olvida lo de mi primer empleo –comenté
-Es cierto –dijeron las dos
-Dicen que lo que bien se aprende nunca se olvida, pero también dicen que la práctica hace al maestro, así que mejor no dejo que se me olvide y sigo practicando
Me puse en la mesa del comedor (porque en la de la cocina ya estaba mi abuelita), mi prima, la de menor edad (4 años) estaba en la sala viendo la televisión.
El cuchillo en la mano derecha y sostenía la lechuga con la izquierda. Cuando me faltaba como un cuarto para terminar mi primita volteó y dijo
-La cebolla que paltes me pica los ojos.
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2 comentarios:
holaaaa
ps la verdad es que me agradó lo que escribiste pero te soy sincera...no lo pude comprender muy bien!!!
espero que me puedas explicar...
bueno ps me voy... y por cierto que padre que ya fuist a la FIL, yo tambien fui el lunes, pero maána voy a volver a ir..!!! siiii!!!
la verdad es que esta super padre, me encatan las conferencias que dan ...
bueno ahora si me retiro
cuidate muxo josu
te estimo un buen.
bye
Quizá no mintió. Quizá se autogestionó intensamente de algo que a primera vista le pareció percibir. Es como cuando el agua fresca amarilla te sabe a piña (porque así te lo imaginaste e incluso saboreaste el sabor antes de probarla) y en realidad es de naranja. Todo se puede en la literatura mi Jochué.
¿Haz picado cebolla?
Así se siente el hornazo de la cebolla sobre los ojos; como que te los cierra a fuerzas el ardor y da risa, y también da preocupación porque casi siempre uno pica la cebolla con prisa, las prisas de que esté a tiempo la comida.
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